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martes, 19 de agosto de 2008

Plata, estaño, gas, ¿y después que?

Este país siempre se caracterizó por ser vendedor de materias primas. La Bolivia occidental fue famosa en el mundo entero, por las minas de plata de Potosí y por las de estaño en Oruro. Lo propio le pasó a la Bolivia oriental, con la goma antes y hoy con el gas.

Nos hemos especializado en vender, in natura, lo que Dios nos dio como un regalo de su providencia. ¡Y vaya que fue pródiga su mano con nosotros! Nos ha dado más que a Israel, su pueblo elegido. A Israel le dio un mar muerto, a nosotros uno vivo; que no supimos conservar. A Israel le dio un desierto con algunos oasis, a nosotros nos dio un oasis con algunos desiertos; desiertos ricos todavía. He escuchado decir con mucha frecuencia, que a cambio de eso nos dio la peor gente del mundo. Yo no creo eso. Todos los hombres somos iguales; y esos lo hemos corroborado con la identificación del genoma humano. “Lo que pasa es que tenemos un país mal concebido y peor aun gobernado”. Tenemos una pésima clase política desde 1825, que no ha sabido amalgamar con justicia y respeto mutuo, las distintas naciones que formamos esta atribulada patria. Somos un país donde cada uno tira para su lado y lógicamente no vamos para ninguno. Parecemos enemigos. Nuestros gobernantes y las elites dominantes bolivianas, únicamente piensan en sus propios intereses y nunca en la patria. Piensan más en nosotros los organismos internacionales tipo: OEA, ONU, FAO, OMS e incluso el BM y el FMI, que nuestra propia clase política.

No podemos seguir vendiendo eternamente solo materias primas. Por desgracia, asociado a este problema, esta el hecho de que lo que exportamos son principalmente materias primas no renovables, que necesariamente se agotarán tarde o temprano. “Estamos vendiendo el país a pedazos” (criticado por el Plan Bohan ya en 1942), ¿Qué pasará cuando ellas se agoten?

No hemos sido capaces de generar valor agregado nacional, creando con ello empleos, efecto multiplicador económico-social y en ultima instancia desarrollo, progreso y bienestar. Fuimos, somos y parece que seguiremos siendo, paradójicamente un país exportador de empleos. Por que “el que exporta materia prima exporta empleos”.

Urge la necesidad de una gran concertación nacional para crear, “como política de estado”, un nuevo modelo desarrollo sustentable, acorde a las potencialidades nacionales y a la exigencia de los nuevos tiempos. En este país nunca hemos tenido una discusión de esta naturaleza, que nos pueda dar una “democracia económica”; complementando nuestra democracia política. Dadas las características geográficas, ecológicas y culturales bolivianas, este modelo “necesariamente” deberá tener: un modelo para el altiplano, otro para los valles y otro para los llanos. Tienen que ser tres modelos en uno. Cada uno de ellos debe basarse en las materias primas; con su respectivo valor agregado y los servicios en los cuales la región tenga ventajas competitivas. Esto permitiría tener un país económicamente equilibrado, donde la gente da cada región encuentre las fuentes de vida en su propia tierra. Permitiéndole vivir con su cultura y en su propio medio ambiente. Este modelo de base múltiple, tendrá la necesaria diversificación económica, que mejorara sustancialmente nuestra viabilidad como país.

Para terminar, quiero decir que Santa Cruz debe tomar muy en cuenta el ejemplo de Potosí, que después de haber mantenido con su Cerro Rico a la “Bolivia occidental” y a una buena parte de Europa, hoy solo le quedan socavones de miseria. “Las regalías” que genere la explotación de las “materias primas no renovables”, deberían por ley ser invertida en un alto porcentaje en educación. Puesto que la única forma de “trasformar los recursos no renovables en recursos renovables, es invertirlos en educación”.

“Sembrar los recursos renovables en educación, es una garantía de futuro”.

Debemos invertir las regalías provenientes de nuestro gas en educación. Esto garantizara que una vez agotado el gas, quedarán cerebros ilustrados que nos sigan dando regalías; garantizara también “que el gas no se vuelva gas”.
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Publicado en:

- El periódico El Deber de Santa Cruz, Columna Los Colaboradores. 4 de septiembre de 2002.

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