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lunes, 1 de mayo de 2017

Masacre del Porvenir, Cerco a Santa Cruz y victoria militar


Edson Ruiz Aguayo, momento en La Guardia

Jimmy Ortiz Saucedo


Estos dos trágicos sucesos marcaron con sangre la historia reciente de Bolivia, para cumplir esa máxima arcaica; propia de espíritus poco evolucionados: “la historia se escribe con sangre”. Expresión que implica desprecio por la concertación civilizada y la vida humana. 

En la Masacre del Porvenir, de septiembre 2008, fueron asesinados 15 personas (El Deber 13 03 17); entre campesinos, funcionarios de la ex Prefectura de Pando y un Pastor Evangélico. La muerte de los primeros fue “vengada” con juicio político contra Leopoldo Fernández, la muerte de los defensores de Pando y el pastor evangélico, quedaron impunes.

En el Cerco a Santa Cruz, de septiembre 2008, fueron asesinados el Profesor de Portachuelo Pedro López y el Unionista de la Guardia Edson Ruiz. Muertes que también quedaron impunes. Los cruceños, conocedores de la estrategia usada en El Porvenir, no respondimos la provocación.

“2008 fue el año de mayor tensión entre el Gobierno del MAS y la oposición, aglutinada en cinco departamentos: Santa Cruz, Beni, Tarija, Pando y Chuquisaca, en un bloque al que se denominó la Media Luna. La consigna opositora era la conquista de la autonomía a lo que las autoridades se oponían” (El Deber 13 03 17).

Estos dos eventos, cuya continuación fue el montaje Rózsa-Soza, fueron en realidad uno solo: el descabezamiento de la oposición democrática que tenía contra las cuerdas al gobierno. Fue un verdadero acto terrorismo de estado, no una “victoria militar” como se denominó, con una visión terrorista de la política. Matar y hacer matar a su propia gente, para conseguir su objetivo, es una vil forma de gobernar.

A partir de ese momento; y consumada la derrota militar de la democracia, apareció el país que hoy tenemos. Un país donde la judicialización de la política ha generado la mayor cantidad de exiliados de la historia boliviana, con presos políticos, sin seguridad jurídica, con una endeble libertad de prensa, y altos niveles de corrupción. En suma: una democracia de pliqui, un pálido reflejo de la verdadera Democracia, la democracia de la Carta Democrática Interamericana de le OEA.