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martes, 19 de agosto de 2008

Corumbá-Arroyo Concepción, la triste realidad de nuestras fronteras

Es verdaderamente triste la realidad de nuestras fronteras nacionales. En esos lugares, en el que nuestra geografía se une con la de los vecinos, es donde podemos ver de una manera comparativa, nuestras grandes carencias materiales y humanas. ¡Y eso, que menos mal no hacemos frontera con Europa o Estados Unidos!

La frontera que se menciona en el titulo, no es una excepción a la regla. Aprovechando los feriados de fin de año, estuve de visita en ese hermoso jirón patrio. ¡Que hermosa es su ecología: sus ríos, sus lagunas, su flora y su fauna, su clima cálido; aunque a ratos demasiado! Si bien la exuberante naturaleza del pantanal es común en ambos países, que grande es la diferencia a uno y otro lado de la frontera.

Del lado brasilero: buena carretera asfaltada, limpias y correctamente señalizada; incluso con puestos de control automático de velocidad para vehículos. Buenos puestos de aduana y de inmigración. Policías correctamente uniformados y con una actitud positiva frente al ciudadano. Un turismo organizado, con buena oferta hotelera. Ciudad asfaltada y con todas las comodidades que Dios manda, hacen de Corumbá una frontera digna.

Del lado boliviano la realidad es diametralmente diferente: unos pocos kilómetros de carretera asfaltada de segunda, sucias y casi sin señalización; peor aun control automático de velocidad (el saldo son caminos, no carreteras). Puestos de aduana y de inmigración de mala muerte. Policías desaliñados y con una “actitud negativa frente al ciudadanos”; igual que lo que sucede en las ciudades. Un turismo desorganizado; cuasi inexistente, con limitada oferta hotelera (excepción hecha del hotel Pantanal, que es un oasis de lujo en este desierto, en materia turística). Arroyo Concepción es una ciudad con precaria infraestructura; el colmo es que la energía eléctrica que consumen es generada en el Brasil. Todas estas características configuran una puerta a Bolivia, largadas de la mano del estado boliviano. La verdad que da vergüenza ser boliviano en esta frontera ¿Que impresión se lleva del país nuestros visitantes y vecinos?

Y no todo es debido a las mejores condiciones económicas de nuestro vecino, la suciedad por ejemplo o la falta de organización en general, no tiene nada que ver con la pobreza o con la riqueza.

Capitulo aparte merece el echo ya mencionado, de que la electricidad en la zona es importada de Brasil. ¿Qué soberanía es esta? ¿Cómo es posible que teniendo un gasoducto que pasa por la región, no fuimos capaces de generar energía para venderle a Brasil, en lugar de dejar que sean ellos los que la generen y no vendan caro nuestro propio gas, en forma de energía eléctrica? Nuestros burócratas negociadores, solo hacen negocios para ellos mismos y para las transnacionales, en lugar de hacer negocios para la patria. El gas debería servir en primera instancia para “favorecer a los bolivianos”. ¿Cuan interesante habría sido tener turbinas en la zona, que además de vender energía a terceros, pudiese haber servido para desarrollas estos y otros pueblos de la zona, que tienen el mismo problema con el alto costo de la energía? ¡No es fácil ser del tercer mundo, hay que hacer un gran esfuerzo para ello!

El estado boliviano debería tener una política especial de fronteras; como sucede en todo el mundo, en el entendido que sus habitantes son, en buena medida, centinelas de la nacionalidad. En esta frontera en especial, se debería tener en cuenta que es nuestra única salida al mar, por el que tanto lloramos.

El poder ejecutivo, el parlamento nacional y en especial, el Diputado Uninominal de esta zona, tienen aguzar el ingenio en busca de mejorar las condiciones de esta olvidada e importante región patria.

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Publicado en:

- El periódico El Deber de Santa Cruz, Columna Los Colaboradores. 1 de febrero de 2003.
http://www.eldeber.com.bo/anteriores/20030201/opinion_4.html

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