Lógicamente en toda migración hay gente buena y mala. Gente que valora y agradece lo que recibe y que se integra de corazón a la tierra que los acoge. Ciudadanos que toman para si lo anhelos y aspiraciones de su “Tierra Prometida”. Nosotros lo recibimos con la proverbial hospitalidad del hombre de los llanos y los aceptamos como propios.
Hay también malos migrantes, aquellos abusivos y avasalladores que no agradecen la mano amiga que se les extiende. Gente dogmática y altamente politizada, que vive de consignas que no entiende. Gente resentida, llena de problemas y de deudas sociales; tal vez muy justas, pero en la que el Oriente no tiene pito que tocar. Gente que hoy quiere seguir dependiendo a esa misma rosca centralista paceña, que no los dejaba entrar en la Plaza Murillo. Que no los dejaba andar por los corredores y que les sacaba los ojos si aprendían a leer.
Quieren seguir perteneciendo a ese centralismo que desprecio profundamente a los indígenas. Ese centralismo que los expulso de su tierra de origen y lo echo vivir al oriente, como verdaderos refugiados económicos, sin voto y sin participación popular. ¡Que ironías de la vida¡ ¿Será que saben verdaderamente lo que están pidiendo, o son simples tontos útiles?
Capitulo aparte merece ese denominativo de “colonos”. ¡Nosotros no somos colonia de nadie!
Con este pele de capucha, ustedes y sus mandantes, nos dejan claro el planificado y desleal “avasallamiento cultural” que se esta haciendo con el oriente. Esto debiera ser denunciado a la comunidad internacional. San Julián, Yapacani y otras áreas de “colonización”, son un ejemplo de la mala fe con la que se actuado. Son enclaves de occidente, que no vibra con los caros anhelos de Santa Cruz.
Es interesante observar que con los únicos migrantes que tenemos problemas rurales, son con “los mal llamados colonos collas invasores de tierras”. En contraparte están viviendo en armonía con nosotros; y nos sentimos orgullosos de ellos: benianos, pandinos, chapacos, collas que vinieron pacíficamente, menonitas, japoneses, hindúes, chinos, rusos, brasileros, españoles, chilenos, argentinos, árabes, israelíes, croatas, serbios, etc.; varios de ellos enemigos mortales en su tierra de origen. Todos ellos forman parte de la Cruceñidad del presente. Santa Cruz no solo es tierra de esperanza, “es también tierra de paz”.
Pero todas las cosas tienen su límite. Sí hasta Jesús de Nazaret; el amor por excelencia, echo a chicotazos del templo a los mercaderes, porque esto ya era un acto inadmisible. Para nosotros también es un acto inadmisible “la traición a Santa Cruz”.
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Publicado en:
- El periódico El Deber de Santa Cruz, el 8 de junio de 2006. Columna Los Colaboradores.
http://www.eldeber.com.bo/2006/20060608/opinion_4.html
Publicado en:
- El periódico El Deber de Santa Cruz, el 8 de junio de 2006. Columna Los Colaboradores.
http://www.eldeber.com.bo/2006/20060608/opinion_4.html
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