Jimmy Ortiz Saucedo
Si bien Bolivia nunca fue un dechado de virtudes, hace
dos décadas ha sido testigo de un deterioro democrático-institucional,
económico-social, ambiental y moral sin precedentes. La llegada del Movimiento
al Socialismo (MAS) al poder; como expresión del trasnacional Socialismo Siglo
XXI, operado hoy por el Grupo de Puebla, han sumido al país en la crisis más
grande de su historia.
Este catastrófico estado no puede continuar. Hoy más
que nunca es imperativo articular un proyecto de país, que rescate nuestras
instituciones, reanime la libertad en todos los ámbitos de la nacionalidad y
restablezca la confianza ciudadana en el futuro.
En lo político,
necesitamos recuperar la verdadera democracia, la democracia de la Carta
Democrática Interamericana de la OEA, aprobada unánimemente por
los políticos del continente, en el vigésimo octavo período extraordinario de
sesiones, el 11 de septiembre de 2001. Esta carta define con claridad la
democracia, especialmente en su articulo tercero. Atrás quedaron las
definiciones acomodaticias de democracia, en la que incluso podían caber las
dictaduras camufladas.
La base de toda sociedad libre, descansa en un sistema
político que garantice: el respeto a los derechos humanos; la vigencia plena
del estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas
(sin fraude); la separación e independencia de los poderes públicos; el respeto
a las minorías, la rendición de cuentas de sus gobernantes, entre otros.
Solo recuperando esa democracia, podremos blindar
nuestras instituciones contra cualquier intento de autoritarismo, forjando el país
decente que todos deseamos, sin corrupción y con una justicia imparcial,
equitativa y accesible.
En lo económico,
necesitamos una economía no dogmática, una economía abierta y dinámica, donde
empresas públicas, privadas, sociales y mixtas compitan en igualdad de
condiciones. Rechazamos los dogmatismos ideológicos, que restringen la
innovación y el emprendimiento. El Estado debe ejercer un rol de regulador
prudente, promoviendo la eficiencia y la excelencia en calidad y precio, pero
sin imponerse como único actor. Así, cada boliviano tendrá la oportunidad de
participar en la generación de riqueza, creando empleo y elevando el bienestar
colectivo.
En lo social,
necesitamos recuperar el sentido común. Bolivia es un país cuya riqueza radica
en la diversidad de sus orígenes y talentos. Sin embargo, el indigenismo
político quechua-aimara, ha sustituido en muchos casos la justicia por la
revancha, fomentando divisiones que nos debilitan. Bolivia precisa un modelo social
en el que el mérito individual y el esfuerzo, sean los únicos criterios de
ascenso y reconocimiento. La meritocracia es el camino. Eliminar cualquier
forma de discriminación étnica, de género o de origen, permitirá que cada
ciudadano alcance su máximo potencial, contribuyendo así al progreso común.
Es necesario también, una política antidrogas acorde
al nivel del problema, coordinadas con todas las naciones del mundo, que nos
libere del oprobioso estigma de ser “La República de la Cocaína”.
Les recuerdo, que la coca es una droga y como tal está
prohibida por las Naciones Unidas, desde 1961. Bolivia nunca progresará, con un
pueblo embrutecido por los alcaloides de esta hoja. Las tradiciones de los
pueblos tienen que ser revisadas a la luz de la creciente conciencia universal.
Nada es estático en el universo, las costumbres tampoco. Las costumbres
nefastas tienen que ser cambiadas.
En lo ambiental
tenemos que buscar un sabio punto de equilibrio. La
protección de nuestra rica biodiversidad no está reñida con el crecimiento
económico; al contrario, puede convertirse en su pilar más firme. Es imperativo
impulsar una política de desarrollo sostenible, que armonice la actividad
productiva con el cuidado del medio ambiente, comenzando por el irrestricto
respeto al Plan de Uso de Suelos y la abrogación de las llamadas “leyes
incendiarias”, que han incentivado la deforestación y el extractivismo
irresponsable. Es momento de apostar por energías limpias, manejo forestal
inteligente y una agropecuaria de alta tecnología, que respete los ciclos
naturales.
Pero todos estos cambios solo serán posibles, si las
fuerzas democráticas opositoras logran un frente potente, capaz de ganar las
elecciones 2025, rescatándonos de las garras del MAS.
La clase política tiene nuestro futuro en sus manos,
en esta difícil encrucijada histórica. Confió en ellos.
Publicado en:
https://eldeber.com.bo/opinion/necesitamos-recuperar-bolivia_513023/
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