Jimmy
Ortiz Saucedo
En los últimos
años, el presupuesto general del Estado se distribuyó de la siguiente
manera: 89% para el gobierno central y el 11% restante para las 9
gobernaciones, los 339 municipios y las 11 universidades públicas. ¿Qué les
parece esta grosería? ¡Por eso
necesitamos un Pacto Fiscal!
El Pacto Fiscal
es un acuerdo político realizado entre el gobierno central, las
gobernaciones, las alcaldías, las autonomías indígenas y las universidades públicas,
para realizar una distribución justa de los recursos económicos nacionales
y las competencias, basado principalmente en el número de habitantes.
En Bolivia nunca
se ha hecho una distribución de esta naturaleza. Siempre fue el centralismo, de
ayer y de hoy, el que lo impuso. Un centralismo que reparte los recursos a su
antojo, según sus afinidades ideológicas, no con un sentido de patria.
El Comité pro Santa Cruz (CpSC) fue el
primero en presentar un libro; a manera de propuesta, sobre el Pacto Fiscal, en
julio del 2013 (ttp://www.comiteprosantacruz.org.bo/archivos.php?idcat=5).
El documento fue enviado masivamente a autoridades locales y nacionales, entre
octubre y noviembre del 2013.
Es una propuesta con visión nacional,
seria y responsable, que no desestabilizará las finanzas nacionales.
Apenas un 4,1% de redistribución, no
será significativo para el gobierno central, pero si para las gobernaciones,
las alcaldías, las autonomías indígenas y las universidades públicas.
Contempla además, un conjunto de
sugerencias para eliminar trabas burocráticas que dificultan la ejecución
presupuestaria. Con esta propuesta, los 9 departamentos y los 339 municipios
incrementan sus ingresos, sin excepción alguna.
Hasta hoy la lucha
ha sido líderizada; principalmente, por el CpSC y por la gobernación cruceña.
Fernando Castedo, Teofilo Caballero, José Luis Parada y Carlos Hugo Barbery,
han sido sus propulsores más nítidos.
Es penoso ver
que los otros beneficiarios del Pacto Fiscal: las alcaldías, las autonomías
indígenas, las universidades públicas; entre ellas la UAGRM, y la clase
política en general, han brillado por su ausencia en la lucha, cuando debieron
hacer un frente común. El cálculo político y el miedo al jefazo, han sido más
fuertes que su responsabilidad institucional. ¡Es hora que se pongan las pilas!
Y los pantalones también.
Un
partido que tiene vocación totalitaria, no puede promover la autonomía, es
contra natura. La autonomía es la antítesis del totalitarismo. Esta es la lucha
de fondo que tiene el pueblo boliviano: Autonomía
vs. Totalitarismo. El Pacto Fiscal será
otra batalla de esta guerra.
Es necesario
esclarecer al pueblo la importancia de esta lucha. Solo la conciencia del
pueblo; expresada en la presión popular, podrá arrancar de la garras del
centralismo los recursos que necesitan los departamentos para vivir bien. Esta será la única forma de
conseguir un Pacto Fiscal decente.
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