No es fácil hablar sobre el futuro de un país conflictivo y sin rumbo, como Bolivia.
A casi 182 años de nuestro nacimiento no hemos sido capaces de construir un verdadero país. Aunque para ser más exacto debo decir que no “han” podido construir un verdadero país. Y me refiero a la verdadera oligarquía boliviana, la oligarquía que define el diccionario, no la que definen mañosamente los “originarios” del gobierno de turno.
La verdadera Oligarquía Boliviana es la que ha gobernado este país los últimos 108 años. La de los Liberales de la Revolución Federalista trucha de 1898-99. La que instigo a Zarate Wilca en Ayo Ayo y llevo adelante las Revisitas Exvinculatorias de Comunidades Indígenas. La que desprecio profundamente los pueblos nativos. La que les sacaba el ojo a los Aimaras que aprendían a leer y no los dejaba entrar en la plaza Murillo. La de Hoshil, Patiño y Aramayo. La que vendió el Acre y perdió el Chaco. La de Terebinto, Ñanderoga y Curuyuqui. La de la Logia TAO. La de los cuartelazos periódicos. La que vendió las empresas estatales y entrego nuestros recursos naturales al Neocolonialismo. La que hoy se aferra a la mamadera en la lucha por la capitalia plena. La que mancho la noble carrera de la política y hoy se encuentra encubierta dentro del MAS.
El resultado del gobierno de esta oligarquía es un país centralista, desunido y fracasado. Tuvieron la capacidad de trasformar la hija predilecta de Bolívar, en la cenicienta Sudamérica. Y hoy se quieren recrear con la formula “plurinacional comunitaria”. Un modelo racista y neocomunista. La unión de dos utopías que mostraron su fracaso en el pasado.
Este es el difícil panorama que toca revertir. Y aquí los cruceños mucho tenemos que decir. La Bolivia exitosa tiene que extrapolar su modelo de desarrolla a la Bolivia fracasada. Esta es sencillamente la fórmala. Un pueblo enfermo no puede ser la cabeza de un pueblo sano.
El destino de los cruceños y de los ciudadanos que convirtieron Santa Cruz en su tierra prometida, es ser la cabeza y el corazón de Bolivia. Como hoy manejemos la economía, mañana manejaremos la política, para el bien de esta atribulada Patria.
Necesitamos una Bolivia en libertad, democracia, autonomía, desarrollo sostenible e igual de oportunidades para todos. Esto solo es posible con un liderazgo de límpida frente y de leal corazón.
Caso que esto no sea posible, siempre queda la posibilidad de buscar la felicidad del pueblo por cuenta propia.
A casi 182 años de nuestro nacimiento no hemos sido capaces de construir un verdadero país. Aunque para ser más exacto debo decir que no “han” podido construir un verdadero país. Y me refiero a la verdadera oligarquía boliviana, la oligarquía que define el diccionario, no la que definen mañosamente los “originarios” del gobierno de turno.
La verdadera Oligarquía Boliviana es la que ha gobernado este país los últimos 108 años. La de los Liberales de la Revolución Federalista trucha de 1898-99. La que instigo a Zarate Wilca en Ayo Ayo y llevo adelante las Revisitas Exvinculatorias de Comunidades Indígenas. La que desprecio profundamente los pueblos nativos. La que les sacaba el ojo a los Aimaras que aprendían a leer y no los dejaba entrar en la plaza Murillo. La de Hoshil, Patiño y Aramayo. La que vendió el Acre y perdió el Chaco. La de Terebinto, Ñanderoga y Curuyuqui. La de la Logia TAO. La de los cuartelazos periódicos. La que vendió las empresas estatales y entrego nuestros recursos naturales al Neocolonialismo. La que hoy se aferra a la mamadera en la lucha por la capitalia plena. La que mancho la noble carrera de la política y hoy se encuentra encubierta dentro del MAS.
El resultado del gobierno de esta oligarquía es un país centralista, desunido y fracasado. Tuvieron la capacidad de trasformar la hija predilecta de Bolívar, en la cenicienta Sudamérica. Y hoy se quieren recrear con la formula “plurinacional comunitaria”. Un modelo racista y neocomunista. La unión de dos utopías que mostraron su fracaso en el pasado.
Este es el difícil panorama que toca revertir. Y aquí los cruceños mucho tenemos que decir. La Bolivia exitosa tiene que extrapolar su modelo de desarrolla a la Bolivia fracasada. Esta es sencillamente la fórmala. Un pueblo enfermo no puede ser la cabeza de un pueblo sano.
El destino de los cruceños y de los ciudadanos que convirtieron Santa Cruz en su tierra prometida, es ser la cabeza y el corazón de Bolivia. Como hoy manejemos la economía, mañana manejaremos la política, para el bien de esta atribulada Patria.
Necesitamos una Bolivia en libertad, democracia, autonomía, desarrollo sostenible e igual de oportunidades para todos. Esto solo es posible con un liderazgo de límpida frente y de leal corazón.
Caso que esto no sea posible, siempre queda la posibilidad de buscar la felicidad del pueblo por cuenta propia.
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Publicado en la revista “Catarsis”, de Santa Cruz. Edición de julio de 2007 – año IV – N ° 53. Pagina 2, Editorial y Opinión.
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