Foto de Jimmy Ortiz Saucedo © |
Un mundo cambiante, requiere sistemas de producción
cambiantes. Nada es estático en el universo, nuestra vida se tiene que ir adaptando
a esos cambios. Hay que cuidar la salud del planeta; del cual somos parte, ese es el bien mayor.
El deterioro del medioambiente, expresado
en: el calentamiento global, la desaparición acelerada de los bosques y
glaciares, la extinción de flora y fauna, así como la mala calidad ambiental en
las ciudades, nos debe hacer pensar en cambios adaptativos en la forma de
producción.
Por suerte, ciencia y tecnología han tenido
un avance sin precedente, expresada en la Cuarta Revolución Industrial, cuya
característica es la convergencia de tecnologías digitales, físicas y
biológicas. El progreso se
acelera exponencialmente, cambiando el mundo que conocemos.
El deterioro del medioambiente y la Cuarta
Revolución industrial, se tiene que combinar. Es imprescindible diseñar nuevos
sistemas de producción, aplicando la ciencia para producir sin destruir. ¡Y no
solo eso! el desafío tiene que ser, encontrar formas de devolver a la naturaleza
su primigenio esplendor. Hay que producir con más ciencia y menos recursos
naturales.
¡Cuánto me gustaría volverme a bañar, en las
límpidas aguas del rio Piraí de mi niñez, en lugar de bañarme en piscinas con
cloro! Me imagino que los neoyorquinos pensarán lo mismo del rio Hudson,
y los parisinos del rio Sena.
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La necesidad de tener sistemas de
producción no destructivos, es un imperativo histórico. La naturaleza nos dio
sus recursos naturales, desde el inicio mismo de la historia. Desde las
cavernas hasta nuestros días, ella nos mantuvo con su sangre, sosteniendo nuestra
niñez y adolescencia como civilización.
Hoy; que somos una civilización avanzada, corresponde
que tomemos la posta. Nos corresponde cuidar de esa madre amorosa, con nuestros
modernos conocimientos, para que vuelva a la belleza de su juventud.
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Los sistemas de producción son vitales, en
este necesario cambio de tendencia. Son ellos los mayores causantes del deterioro
medioambiental. Invoco a que se transformen
en el mayor factor de reconstrucción, restituyendo
al hombre, a los animales y a las plantas, la magnificencia con que fue creada.
Hay que Reconciliar la producción y la naturaleza, el materialismo y el
espiritualismo, es el desafío del Tercer Milenio.
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