Jimmy Ortiz Saucedo
La noción de Estado, se remonta a las primeras
civilizaciones urbanas de la humanidad. En la Antigüedad podemos
mencionar a Mesopotamia, Egipto, China y Roma. Estos primeros Estados tenían monarcas, leyes escritas y
burocracias para gestionar sus territorios. Los
romanos fueron los más evolucionados, desarrollaron una estructura
estatal avanzada, con instituciones como el Senado, Magistrados y un cuerpo de
leyes que influyeron en futuras concepciones del Estado.
Durante la Edad Media, la noción de Estado
estuvo representada por el feudalismo, donde el poder estaba fragmentado entre
señores feudales. Sin embargo, con el tiempo, comenzaron a formarse reinos más
centralizados.
Durante el Renacimiento y la Edad Moderna, Maquiavelo;
en su célebre libro El Príncipe, describió las características de un estado,
centrado en el poder y la estabilidad política. El Tratado de Westfalia de
1648, marcó el comienzo del sistema de estados soberanos en Europa,
estableciendo el principio de la soberanía territorial y la no injerencia en
los asuntos internos de otros estados.
Durante la Ilustración, filósofos como John
Locke, Montesquieu y Jean Jacques Rousseau, desarrollaron teorías sobre el
contrato social y la separación de poderes, sentando las bases del Estado
moderno democrático.
La Revolución Francesa,
transformó radicalmente la noción de Estado, promoviendo ideas de soberanía
nacional, igualdad ante la ley y derechos ciudadanos. La noción de estado ha
seguido evolucionando hasta el presente, adaptándose a los cambios políticos,
sociales y económicos globales.
Al presente este concepto se expresa de una manera
variopinta, tenemos Estados avanzados, dirigidos por democracias modernas,
Estados teocráticos de diversos pelajes y Estados totalitarios dirigidos por
dictaduras clásicas y por dictaduras con careta democrática. Estos últimos; y
algunas teocracias, verdaderos Estados opresores de sus pueblos. Puede
afirmarse que, en la actualidad coexisten casi todos los tipos de Estados descritos
líneas arriba, desde los más modernos, hasta los más trogloditas.
¿Y cómo estamos por casa? Sin duda alguna estamos mal,
muy mal, con tendencia a empeorar. En Bolivia se ha instaurado un Estado a
medida del trasnacional Socialismo Siglo XXI: un estado opresor, corrupto e
incompetente, una dictadura con careta democrática, como la de Cuba,
Venezuela y Nicaragua. Y para acabarla de amolar, fuertemente penetrado por el
narcotráfico.
Somos un país donde no se respeta la Carta
Democrática Interamericana de la OEA, pese a que Bolivia es
signataria de ella. Aquí el respeto a los derechos humanos y las libertades
fundamentales, el estado de derecho y la separación e independencia de los
poderes públicos, son un chiste.
Y lo peor de todo es, que propios y extraños se hacen
los opas y no exigen el cumplimiento de esta Carta Democrática. Los políticos,
los lideres y la propia OEA, se hacen los de la vista gorda, volviéndose encubridores
de este Estado opresor.
Las elecciones de 2025, es la oportunidad propicia
para que esta pobre patria cambie de rumbo. Es imperativo la conformación de un
Frente Amplio, capaz de sacar de
nuestras vidas el modelo socialista/comunista y su Estado opresor. Modelo que
nunca en la historia humana logró sacar a los países de la pobreza, por el
contrario, los llevó a crisis políticas, económicas y sociales, como la que
Bolivia soporta actualmente. Los políticos tienen la palabra y la ciudadanía
también.
Publicado en:
https://eldeber.com.bo/edicion-impresa/el-estado-opresor_385831/
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