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lunes, 18 de agosto de 2008

¡Por fin se acabaron las elecciones!


He observado que a medida que se acercaban las elecciones y comenzaba a aumentar la frecuencia y la intensidad de la campaña electoral, la ciudadanía comenzaba a empacharse de ella, fenómeno que sucede en todas las elecciones. Este hecho me motivo a recoger opinión de amigos conocidos y de la ciudadanía en general, con la finalidad de graficar una opinión al respecto.

Muchos son los motivos que he visto, llevan a esta situación, e aquí alguno de ellos:

La ciudadanía percibe que los partidos les mienten en sus ofertas electorales, tanto por lo exagerado y utópico de muchas de sus ofertas, como también por las promesas incumplidas de las campañas electorales pasadas. Varias de estas ofertas son y fueron un verdadero insulto a la inteligencia popular. Es importante darse cuenta que las mentiras son cada vez menores. Es de esperar que en un mediano plazo se prometa la verdad, dado el hecho que algunos candidatos actuales se encuentran pagando con sangre, la factura de las mentiras del pasado y los otros partidos “están aprendiendo en burro ajeno”.

La gente se molesta de la guerra de insultos, que desgraciadamente siempre tiene que aparecer en nuestras campañas electorales tarde o temprano, que no dice nada bien de la calidad ética de sus protagonistas. La clase política debería tomar en cuenta que atreves de la magia de la televisión, ahora podemos seguir las campañas electorales en todo el mundo (así como también el mundo nos ve a nosotros), por lo tanto nuestro patrón de comparación hoy por hoy es mundial. Cuanto me gustaría ver en nuestro país campañas y debates como las que vemos en países con Democracias más maduras, donde los políticos se reconocen entre sí como dignos adversarios que buscan por diferente camino el bienestar de su pueblo, donde las ideas se combaten con ideas, donde se escuchan debates de alto nivel intelectual y donde también se practica un alto grado de tolerancia política.

Todas estas observaciones me hacen pensar que el fenómeno que hoy estamos viendo en Bolivia, es el hecho que el pueblo alcanzó en estos años que vivimos de democracia, un mayor grado de madurez política, que la que alcanzó nuestra clase política. Esta situación genera al menos dos problemas:

1) El desfase entre los políticos y el pueblo, generará una serie de conflictos entre ambos, que redundara en lo que ya estamos viendo actualmente, una pérdida de credibilidad en los políticos. Por desgracia mal interpretada por algunos como una falta de credibilidad en la democracia.

2) Este desfase implica también, la ilógica situación, que el pueblo esta gobernado por un grupo de la población políticamente menos madura, la cual queramos o no, dirigen los destinos de la patria y por lo tanto nuestros propios destinos. La sociedad civil organizada debería presionar a los partidos políticos para que estos aceleren etapas y llenen a la brevedad el desfase; a su vez los partidos políticos deberían seleccionar a sus mejores hombres para administrar las instituciones públicas y el propio partido, buscando sobre todo ética e idoneidad en sus militantes, para de esta manera presentar al pueblo”, los políticos que el pueblo exige”.

Para terminar este artículo diré que el empacho de la campaña electoral de junio de 1997 me hace decir:

Por fin se acabo la propaganda de mal gusto, que saturaba los medios de comunicación. Por fin se acabo la guerra de insultos (mañana estarán todos “a pico”, el pueblo que creyó en ellos, los mirará estupefactos). Por fin se acabaron los demagogos. Por fin se acabo el pintarrajeo de paredes (incultura del pasado que es necesario superar). Por fin se cerró el libro de pases (léase transfugio). Por fin se acabo la cacería de independientes. Por fin se acabaron los lobos disfrazados de ovejas (mañana pelaran capucha). Por fin se acabaron los analistas políticos. Por fin se acabo el Doctor Nano Parada (gentil figura de la Corte, será al único que extrañaré). Por fin se acabaron las encuestas. Por fin se acabo la vacación en la administración pública. Por fin se acabo el pintado de árboles (faltando el respeto a la ecología que todos defienden). Por fin se acabaron los debates. Por fin se acabaron las banderas. ¡Hasta el año carnaval!


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Publicado en:

El periódico El Deber de Santa Cruz, pagina A 4. 6 de Julio de 1997.

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