Jimmy Ortiz Saucedo
Bolivia
tiene la economía informal más grande del mundo, según el Fondo
Monetario Internacional (FMI). En un documento de trabajo
titulado Economías sombrías en todo el mundo: ¿qué aprendimos en los
últimos 20 años?, en el que se estudiaron 158 economías, el país obtuvo un
porcentaje de 62,3% (El Deber 24-07-18).
Esta es una trágica noticia para el país. Más
allá de la propaganda exitista del gobierno, este es un dato objetivo, elaborado
por una institución seria. Creo más en los datos del FMI, que en los del cocalero.
Si bien esta realidad tiene muchas
connotaciones, solo me detendré en una de ella: la falta de seguridad social que ella
genera.
La seguridad social es definida por La Organización
Mundial del Trabajo (OIT) como: “La protección que la sociedad a
sus miembros, mediante una serie de medidas públicas, contra las privaciones
económicas y sociales que, de no ser así, ocasionarían la desaparición o una
fuerte reducción de los ingresos por causa de enfermedad, maternidad, accidente
de trabajo, o enfermedad laboral, desempleo, invalidez, vejez y muerte; también
la protección en forma de asistencia médica y de ayuda a las familias con hijos”
(ciedess.cl).
Además, “la seguridad social ha sido
considerada como un derecho humano básico, en la Declaración de Filadelfia de la OIT
(1944), y en su Recomendación sobre la Seguridad de los medios de vida, 1944
(Núm. 67). Este derecho está confirmado
en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948, y en el Pacto
Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales, 1966” (OIT).
Es realmente lamentable, lo desprotegidos
que están nuestros compatriotas informales, librados a su propia suerte, en
materia de: enfermedad, maternidad, accidente de trabajo, o enfermedad laboral,
desempleo, invalidez, vejez y muerte. Los apoyos que da el Estado en estas
materias, están entre inexistentes y muy precarios.
Yo me pregunto: ¿No es acaso el principal objetivo de
la economía, el bienestar de la gente?
¿De qué sirven las cifras macroeconómicas, en un país sin seguridad social?
¿Puede calificarse un modelo exitoso, con esta trágica realidad de nuestro
pueblo?
Los cantos de sirena del masismo,
exacerbados en tiempos electorales, no pueden ocultar esta realidad. Los únicos
que están bien son ellos, ya es hora de cambiarlos.
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