Esta es una de las más
grandes falencias que tiene el Estado boliviano. Lo vengo pidiendo públicamente
desde 1997,
a 20 años de la fecha. Ni neoliberales ni populistas me dieron pelota, pero
sugiere insistiendo en ellos. Necesitamos modernizar y legitimar la
administración pública, tal como la tienen los países del vecindario, para no
mirar mas lejos.
Ya es hora que esta pobre
patria tenga verdaderos funcionarios
públicos, a 192 años de su fundación. Los que tenemos son simples empleados del
partido de turno, no del pueblo. Necesitamos funcionarios públicos legítimos,
no impostores. Aunque toda regla tiene su excepción.
Decía entonces: “Desgraciadamente
los partidos políticos no han tomado este importante asunto con la seriedad que
corresponde, principalmente por que los cargos públicos son una fuente de pegas para la militancia,
taras de un pasado que es necesario superar y que convierte los partidos
políticos en agencias de empleo para oportunistas, que por lo general no buscan
servir a la patria sino servirse de ella.
Un país pobre como el nuestro, donde más que en otros los
recursos son escasos y las necesidades ilimitadas, debe tener sus mejores hijos
administrando la cosa pública, para que de esta manera se administre con
sabiduría la pobreza.
Los funcionarios públicos deberían ser acogidos
mediante un concurso de mérito transparente, para de esta forma garantizar
tanto su idoneidad como también la imparcialidad del gobierno de turno. Esto
dará al funcionario la tranquilidad necesaria que da la estabilidad laboral de
largo plazo.
Los funcionaros públicos escogidos de esta forma; que les garantiza trabajo de por vida, deberían ser los empleados mejor pagados del país, puesto que en sus manos se encuentra en gran manera el destino de la patria. Así como también para inmunizarlos contra el virus más común de la administración pública, como es la corrupción”.
Los funcionaros públicos escogidos de esta forma; que les garantiza trabajo de por vida, deberían ser los empleados mejor pagados del país, puesto que en sus manos se encuentra en gran manera el destino de la patria. Así como también para inmunizarlos contra el virus más común de la administración pública, como es la corrupción”.
Hoy poco hay que agregar a esto, necesitamos
funcionarios públicos idóneos, que atienda con diligencia y una sonrisa en los
labios. No necesitamos trompetas e incompetentes en las oficinas públicas, ni
autócratas en el gobierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario